Baboo Gelato

Cuando Annie y Sam volvieron a Inglaterra tras varios años trabajando por diferentes lugares del mundo, terminaron instalándose en West Dorset, en una casa con un jardín rebosante de bayas y frutales.

En 2014 empezaron a producir helados al estilo italiano utilizando sus propias frutas y pusieron en marcha Baboo Gelato, con dos puestos de helados en dos de las playas más famosas de la zona: West Bay y Lymeؘ Regis. Sus cuatro hijos son sus catadores estrella.

“Annie es medio rusa, medio irlandesa”, cuenta Sam. “El nombre Baboo viene de babushka, en honor a su abuela, que en 1930 huyó de la Rusia de Stalin con sus cinco hijos. Annie todavía recuerda cómo aprendió a cocinar pegada a sus delantales”. 

Después de dos años en Dorset, con cuatro hijos que por entonces tenían entre cinco y 14 años, la pareja decidió dar el paso y entrar en el mundo de los negocios. Annie se matriculó en la Carpigiani Gelato University de Bolonia, para formarse como gelatiere profesional a través de diferentes cursos especializados.

“En Italia hay empresas enormes que venden aromas y preparados”, explica Sam. “Pero en Bolonia te enseñaban a hacer helado desde cero”. De vuelta en casa, empezaron a utilizar fruta de calidad, la mayor parte de su propio jardín, y leche ecológica de una granja de Somerset. Antes de inaugurar su primer local pasaron un año experimentando con los sabores y las recetas. 

El gelato tiene un mayor contenido de leche que el helado convencional y se bate más despacio. Algunos sabores funcionan mejor que otros. La ciruela damascena, la frambuesa y la fresa, por ejemplo, dan sabores más intensos, mientras que las manzanas son una fruta más difícil. 

“Tenemos 40 sabores”, cuenta Sam. “Y eso significa unos 100 ingredientes diferentes. Pero no queremos pasarnos de innovadores: vendemos helados directamente a nuestros clientes y sabemos qué funciona y qué no. Y la mayoría de la gente quiere los sabores tradicionales de siempre”.

Abrieron su primer puesto de helados en 2016 y enseguida vieron la necesidad de reducir la oferta a solo 10 sabores, tres de los cuales van cambiando en función de la estación. “El año nos va marcando el ritmo”, explica. “Ahora estamos terminando con el ruibarbo, después vendrán la flor de saúco, la grosella negra, las fresas y las frambuesas, las ciruelas y las peras, y después las naranjas de invierno”.

A su modo de ver, los puestos de helados han sido básicos para su éxito, ya que les permiten conocer de inmediato las preferencias de los clientes. Recientemente han abierto una planta de producción en plena campiña de Dorset, con una plantilla de entre 10 y 40 empleados en función de la temporada, y su volumen de actividad se multiplica por dos cada año. El dulce sabor del éxito. 

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