No tienes que aventurarte mucho para comenzar a buscar comida.
La variedad de hábitats de la costa –playas de arena y guijarros, franjas rocosas entre las mareas, ensenadas pantanosas– le permite acoger a una amplia variedad de plantas, animales, setas y algas.
“La costa es el lugar ideal para ir en busca de comida y cualquier visitante la puede encontrar en abundancia si le dedica el tiempo adecuado”, explica John, que ofrece excursiones de recolección en las costas de Devon del Sur y Dorset a través de la empresa Edible Bush.
John, autor del “Calendario del recolector”, creció buscando moras y berberechos, y sabe transmitir el entusiasmo infantil que despierta la recolección de comida en la costa.
“Es algo mágico: la marea sube, luego baja y toda la vida salvaje se despliega ante tus ojos. Pienso que recolectar es un instinto y que cuando seguimos nuestros instintos es cuando somos plenamente felices”.
Lo más sorprendente, explica, es que para empezar a recolectar uno ni siquiera tiene que aventurarse lejos. Incluso un aparcamiento junto a la costa puede albergar sorpresas como por ejemplo el hinojo marino, que consigue hacerse un hogar incluso en las grietas más estrechas de los paseos y rompeolas.
En cuanto a los lugares donde buscar, John aconseja explorar los bordes de cualquier bahía mínimamente extensa para ver qué aparece. “Cuanto más rocosa y abrupta sea la bahía mejor”, recomienda.
La Bahía de Robin Hood en Yorkshire es una buena opción, al igual que las playas alrededor de East Prawle, en la costa de los South Hams en Devon del Sur, así como los alrededores de la Bahía de Studland en Dorset. Si ves a alguien que parece oriundo del lugar haciendo lo mismo, probablemente signifique que hay algo que recolectar.
Un poco más lejos, en las playas de guijarros, es probable encontrar acelgas marinas, un ancestro de la remolacha y la acelga que John describe como “la mejor de las plantas comestibles”. Tienen un sabor parecido al de las espinacas, solo que son “más agradables, más suculentas y más gruesas”.
El sabor es un elemento clave. El clima marino hace que las plantas de la costa acostumbren a ser más sabrosas que sus equivalentes cultivados tierra adentro. “Viven en un entorno inhóspito y están muy expuestas, así que, como mecanismo de defensa, son muy gruesas para no secarse”, explica John. “Por eso la salicornia tiene un sabor excelente”.