En Gran Bretaña, la mayoría de los fósiles han sido encontrados por aficionados
Un tramo de unos 150 km de la costa de Dorset, conocida como la Costa Jurásica ha recibido la designación de patrimonio mundial de la UNESCO, una condición que se explica por la presencia de yacimientos de fósiles tan interesantes como el de los troncos petrificados de Lulworth Cove. Si quieres dedicar un poco más de tiempo a la zona, en el sitio web de la Costa Jurásica encontrarás una completa lista de B&B y hoteles.
Tanto el Charmouth Heritage Coast Centre como el Lyme Regis Museum realizan visitas guiadas en torno a los fósiles, dirigidas por expertos que estarán encantados de resolver cualquier duda sobre tus descubrimientos.
Porque la suerte puede sonreír a cualquiera: “En Gran Bretaña, la mayoría de los fósiles han sido encontrados por aficionados”, afirma Steve. “Puedes encontrar un belemnoideo (un animal similar al calamar) perfectamente conservado o incluso una vertebra de un ictiosaurio”.
Dorset no es el único lugar en el que los aspirantes a paleontólogo pueden hacer sus pinitos. Por su abundancia de fósiles, Yorkshire no tiene nada que envidiar a Dorset y cuenta de hecho con rincones ideales para lanzarse a la exploración, como las playas y bahías de Staithes, Runswick y Robin Hood’s Bay.
Runswick Bay ofrece un terreno particularmente abonado para la caza de fósiles, gracias a su oscura roca jurásica de lutita y caliza, y a las abundantes amonitas y restos vegetales que pueden encontrarse al dar la vuelta a casi cualquier piedra.
Y un pequeño aviso para navegantes: la regla de oro de todo buscador de fósiles es evitar siempre la exploración en la base de acantilados ricos en fósiles, ya que su inestabilidad es precisamente lo que saca a la luz los fósiles. Además, todo lo que se encuentre en un acantilado pertenece al propietario del terreno.
Aunque tu principal motivo para visitar la costa sea caminar, alojarte en un coqueto B&B o perderte en un museo, una tarde dedicada a la caza de fósiles es la mejor forma de llevarte un recuerdo para toda la vida
Por Mark Rowe